marzo 15, 2012

ASIS CUENTA LA CENSURA EN LO DE LONGOBARDI


TESTIMONIO

Asis cuenta la censura en lo de Longobardi

Jorge Asis fue 1 de los 2 invitados (el otro, Alberto Fernández) de Marcelo Longobardi en la noche de la censura en C5N (negada por Daniel Hadad). Asis fue el pionero en la denuncia del escándalo hoy conocido como Boudougate. Por lo tanto, es doblemente relevante el relato en la website JorgeAsisDigital, de lo sucedido en el estudio del canal, firmado por su alter-ego Jorge Icaza:
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Marcelo Longobardi: Nada dijo de que lo quitaron del aire a las 23:04 en un programa que debía ir hasta las 23:30.

por JORGE ICAZA
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (JorgeAsisDigital). La culpa por la trascendencia la tuvo el periodista-economista Alberto Padilla. El testigo involuntario, con su corbata radiante, aguardaba para emitir sus reflexiones ante Marcelo Longobardi, en C5N. Pero se quedó sin cámara. Porque cuando Longobardi entrevistaba al poeta impopular Alberto Fernández, lo sacaron violentamente del aire. A las 23:04. Cuando debía durar hasta las 23:30.
 
Sonetista romántico, epígono de Becquer, el poeta Fernández es el ex Premier atormentado. Hoy le cuesta encontrar un refugio en el mundo sin lírica. Después de haber osado ingratamente renunciar a la locura exasperante del Palacio.
 
Entonces es en vano que el lamentable poeta sobreactúe. Que se auto-referencie, penosamente, como cofundador del modelo. Y que se “hable encima”, adonde pueda, con el verso surrealista. Aún dice: “Néstor Kirchner fue el mejor presidente de la democracia argentina”.
 
Pero Cristina, la sucesora -justo en el tramo en que Alberto debía ser su puntal-, se sintió traicionada, abandonada. Le pegó en la frente la estampilla de Clarín. Para aferrarse, en adelante, a la tortura íntima de sus rencores perennes.
 
Papelones, tristezas, debilidades
 
Un papelón fue el de Daniel Hadad.
 
A esta altura de su trayectoria, y de su enriquecimiento, cuesta admitir que también Hadad se habla encima.
 
Las concesiones al pragmatismo, de un medio de comunicación, contienen el límite de la credibilidad.
 
Es -la credibilidad- el máximo atributo del oficio.
 
Un rol expresivamente triste fue el de Julio de Vido. Revelado, precisamente, por el culpable Padilla.
 
Pero ocurre que De Vido, a esta altura, mantiene la piel de cuero. Tiene incorporadas, para su digestión, suficientes pastillas de carbón. Como para hablarse encima lo que quiera. Sin pudores.
 
Julio, el desdichado, hoy debe esforzarse por asemejarse a Guillermo Moreno. Lo explicó el periodista Decano, Roberto García, en la emisión del avioncito que infortunadamente nunca despega.
Moreno es el Stewart Granger que crece entre las aventuras extravagantemente selváticas.
 
¿De Vido teme, acaso, que Stewart Granger tenga el objetivo de mandarlo preso?
 
Como si fuera un Jorge Brito cualquiera.






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