junio 28, 2012


El fallo de Descartes


Siento,luego existo.



http://elfallodedescartes.blogspot.com.ar/






¿Por qué nos engañamos?

domingo, 20 de mayo de 2012

Desde pequeño hemos oído de nuestros mayores que está mal mentir y engañar a los demás, pero pocas veces nos hablaron de algo que es mucho peor: engañarnos a nosotros mismos. ¿Por qué lo hacemos?

El autoengaño es, sencillamente, una defensa para, en muchos casos, no afrontar la realidad. A corto plazo vivir engañado produce un beneficio: evitar pasarlo mal haciendo frente a una situación poco agradable, por ejemplo. Sin embargo, a largo plazo el autoengaño no provocará más que problemas. Entre ellos, la sensación de no poder afrontar tus propias dificultades, con el consiguiente daño personal que eso conlleva.

Para combatir el autoengaño es necesario ser muy consciente de qué está pasando a nuestro alrededor, y para ello el feedback de nuestros seres queridos es fundamental. Nuestra visión está muy acotada, incluso a veces, tremendamente influida no por lo que pasa, sino por lo que querríamos que pasara.

En definitiva, bajo el autoengaño vive oculto el miedo: el miedo a asumir que la realidad es bien diferente a como nos gustaría que fuera. Y ante esto, si queremos ser felices, podemos actuar de dos maneras: aceptando que esta situación es la que es, o bien actuando para cambiar y reconducir nuestra vida hacia donde nos gustaría que en realidad estuviera. 

Vivir en una realidad ficticia, a la larga, no trae más que problemas.

El Blog que te hará pensar


















MARTES, 26 DE JUNIO DE 2012

Los países más felices del mundo

Estos son los resultados del Happy Planet Index (índice de felicidad del planeta), con el que se mide la felicidad de las personas, que se han publicado recientemente basados en tres indicadores:esperanza de vida, percepción del bienestar y huella ecológica.

Los resultados se ven en este mapa:


Con tonos rojos, los países menos felices (Chad, Botswana, Canadá, etc.) y en verde los que obtienen mejor puntuación y son más felices (Costa Rica, Vietnam, Colombia, etc.).

Aquí podéis ver las puntuaciones de este estudio:


Nic Marks nos lo cuenta mejor en este vídeo:


"No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita"





Miseria de la Sociología




MARTES, 10 DE ENERO DE 2012

MÁS SOBRE LA TEORÍA KIRCHNERISTA DEL ESTADO: COMENTARIOS A UNA ENTREVISTA A ERNESTO LACLAU

"Los hombres que están siempre de vuelta en todas las cosas 
son los que no han ido a ninguna parte."
Antonio Machado

El diario LA NACIÓN del día domingo pasado publicó una entrevista a Ernesto Laclau, realizada por el periodista Hugo Alconada Mon (1). En ella, Laclau vierte algunas opiniones que resultan de interés para la comprensión de la concepción "kirchnerista" del Estado.

Laclau afirma que está en contra de "las visiones ultralibertarias que pregonan que hay que crear una democracia de base y que hay que ignorar al Estado como enemigo." Laclau no menciona cuáles son esas "visiones ultralibertarias". Esto resulta sugestivo, porque esa vaguedad le permite crearse un enemigo a su imagen y semejanza. En toda la nota, nuestro autor va a combatir contra enemigos imaginarios, soslayando de ese modo las cuestiones fundamentales de la política moderna.  Analicemos el procedimiento con un poco de detalle. 

En una sociedad capitalista, esto es, aquella forma de organización social en la que los medios de producción son propiedad de UNA PARTE de la población, la desigualdad es una cuestión notoria. Esta desigualdad, que se manifiesta en cuestiones tan disímiles como la forma de viajar, el acceso a la salud y a la vivienda, la educación, etc., etc., también se expresa en el plano de la política. Aquellos que poseen medios de producción tienen la capacidad de controlar a la política a partir de su dominio de la palanca principal de una economía capitalista, que es la inversión. Los asalariados, por su parte, se encuentran subordinados a la dictadura del empresario en su lugar de trabajo, siendo educados así en la resignación a que las decisiones importantes las tomen los otros. Al poder que da el control de la inversión, se suma la influencia del lugar de trabajo como escuela de "democracia". En una sociedad basada en la desigualdad, el Estado no puede hacer otra cosa que reproducir esa desigualdad. Esto se nota, entre otras cosas, en el hecho de que el eje de toda la política estatal es el crecimiento económico. Ahora bien, en una economía capitalista, crecimiento económico significa fortalecimiento de los capitalistas. El secreto del Estado moderno es, pues, la satisfacción de los intereses de los empresarios. Uno puede pensar lo que quiera del Estado, puede sostenerse que el esquema esbozado en las líneas precedentes debe hacerse más complejo (y esta complejización es, por supuesto, necesaria), puede sostenerse, en fin, que en el Estado confluyen varias lógicas. Pero lo que no puede hacerse es negar que el Estado moderno está ligado de manera inseparable a los intereses de la acumulación capitalista. Es por ello que no cabe hablar de neutralidad del Estado en el marco de las relaciones entre capital y trabajo. El Estado actual puede hacer muchas cosas, pero está impedido por su propia lógica a ir en contra de la acumulación capitalista.

Volvamos al amigo Laclau. Hemos optado por una presentación general del carácter del Estado porque nuestro autor se mueve en un terreno de suma ambigüedad en el pasaje citado. Luego haremos referencia a cuestiones más concretas. En este marco general, Laclau reprocha a los "ultralibertarios" el considerar al Estado como "un enemigo". ¿Es esto un pecado? Si se escribe desde el punto de vista de los empresarios en su conjunto (está claro que hay situaciones puntuales en las que el Estado es el enemigo para ciertos grupos de capitalistas), el Estado de ninguna manera es "el enemigo". No lo es porque: a) es el guardián de la propiedad privada (pilar de la producción capitalista); b) el objetivo fundamental de su política es el crecimiento económico. Ahora bien, desde los trabajadores y demás sectores populares, el Estado aparece como el defensor de los intereses de los empresarios y, es por tanto, mucho más "enemigo" que "amigo". De modo que en la "discusión virtual" que sostiene Laclau con los no menos "virtuales ultralibertarios", son estos últimos los que se hallan más cerca de la verdad.

Si el Estado no es considerado como "el enemigo", entonces ¿cómo concibe Laclau al Estado? En primer término, indica que se trata de un lugar aparentemente neutro. En sus palabras, "el Estado no es un enemigo. Es simplemente un terreno en el que la lucha democrática tiene que ejercerse". La caracterización del Estado como "terreno" debe entenderse en el sentido de que es pensado como un lugar en el que se enfrentan los distinos grupos sociales (Laclau, posmarxista, rechaza el concepto de clase sociales). Pero este "lugar" parece no formar parte de los sectores en lucha, lo cual nos permite dejar de concebirlo como "enemigo". Si quedan dudas acerca del carácter que Laclau le otorga al Estado, basta leer la frase "lucha democrática". El Estado es el lugar en que se desarrolla la lucha democrática. Esta expresión tiene dos significados, complementarios entre sí:

a) el Estado no pertenece a un grupo en especial, sino que expresa el balance de la lucha "democrática" entre los distintos grupos de la sociedad en un momento histórico determinado. Esto refuerza la idea de que el Estado no es "el enemigo", puesto que no se trata de una institución (o conjunto de instituciones) en disputa, sino de un lugar en el que se expresan las luchas de los distintos actores sociales. En otros términos, no podemos pensarlo como "enemigo" porque simplemente expresa luchas cuyo resultado se modifica constantemente;

b) la frase "lucha democrática" sirve para desterrar del vocabulario la noción de "lucha de clases". El Estado no es, por tanto, expresión de la lucha de clases. Más claro, Laclau plantea la inexistencia de la lucha de clases. De ahí el valor de la expresión "lucha democrática". Hay que tener presente que la supresión de la noción de lucha de clases es imprescindible para sustentar la tesis de un Estado neutral. Laclau hace bien los deberes.
Una vez rechazada la definición del Estado como "enemigo", Laclau pasa adelante. Si el Estado es "amigo", las tareas a realizar son las siguientes: "El modelo económico debe seguir con las mismas directivas sin hacer concesiones inadecuadas a los organismos internacionales para seguir en el G20. [Es evidente que la sanción de la Ley Antiterrorista ha obligado a Laclau a abrir el paraguas] (...) Hay que derivar las inversiones al mercado interno, diversificar la producción nacional y esto no se hace en dos días." La orquesta parece sonar afinada, pero al poco tiempo comienzan las disonancias. Si nuestra economía es capitalista, y nadie niega esto ni en la teoría ni en la práctica, y nuestro Estado carece de los recursos necesarios para impulsar un capitalismo de Estado (sin entrar aquí en la discusión de si esto último es posible), se vuelve obligatorio llegar a un acuerdo con los capitalistas para asegurar las inversiones. Esto es perfectamente lógico para quienes aceptan las reglas de juego del sistema, pero resulta un camino inviable para quienes quieren luchar decididamente contra la desigualdad. Este es el principal punto en disputa con los exponentes de la "izquierda kirchnerista", quienes sostienen que el gobierno nacional encarna un proyecto emancipatorio al que hay que sumarse para garantizar su profundización (entendida dicha profundización como "más liberación"). Pero la liberación es imposible sin combatir las relaciones sociales que garantizan la profundización de la desigualdad. Y Laclau propone todo lo contrario.

A continuación, "asegurada la derivación de las inversiones hacia el mercado interno", Laclau la emprende con la democracia: "El segundo desafío es la democratización a distintos niveles, a nivel de los medios de difusión y a nivel de las instituciones. Es necesario crear una democracia de base, más profunda, de modo que no sea sólo el aparato del Estado el lugar donde se generan las decisiones." (El resaltado es mío). En este punto Laclau deja por un momento la seriedad y despliega su veta humorística. En el punto anterior había sostenido que el Estado debía impulsar que las inversiones fueran la mercado interno. En el contexto argentino actual, las inversiones pueden ser  realizadas por los empresarios, quienes no suelen comportarse por amor al próximo. Más claro, Laclau propone que el Estado haga todo lo necesario para mantener las ganancias de los empresarios. Esta es, en el marco de la sociedad capitalista, la manera real y práctica de lograr inversiones. (2) Si esto es así, ¿cómo se puede crear una democracia más profunda si se fortalece a la vez al capitalismo? Pero Laclau, para quien estas cuestiones son pequeñeces, prefiere descomprimir la tensión con un chiste: según Don Ernesto, el aparato del Estado es el lugar donde se generan las decisiones. Si es así, la teoría política es innecesaria. Para qué rompernos la cabeza pensando la relación entre el Estado y la sociedad. Que el Estado tome las decisiones que sean necesarias y punto. Esto es lo que parece querer decirnos Laclau, pero preferimos optar por considerar su afirmación como un mal chiste. Es preferible ser piadoso.

Tras su incursión humorística, Laclau se pone serio y dice: "la lucha democrática no se acaba en el Estado. Existe en todos los niveles de la sociedad civil y en este gobierno ví esta voluntad de democratización colectiva." Es una declaración muy bonita, pero deja de lado el papel antidemocrático del capitalismo. Vamos al grano. Laclau parte del supuesto de que capitalismo y democracia con compatibles. Esto es posible porque su planteo consiste en garantizar la dictadura de los capitalistas en las empresas, con el objetivo de garantizar las inversiones. El Estado tiene que encargarse de "derivar las inversiones", pero no discutir la forma en qué produce el capital. Ahora bien, ¿es posible democratizar la sociedad si aquello que hace la mayoría de las personas la mayor parte de sus vidas, esto es, trabajar, se realiza en condiciones dictatoriales? Si los empresarios deciden qué producir, cómo producir y en qué cantidad, ¿es posible "profundizar la democracia"? Sin embargo, ninguna de estas cuestiones es importante para Laclau.

Una buena ejemplificación de lo expuesto en el párrafo anterior se encuentra en la forma en que Laclau se refiere a la CGT: "La CGT y el movimiento obrero tienen que entender que ya no estamos en el 46. La estructura social del país es muy distinta, los sectores que participan en el proceso de cambio son mucho más amplios y aunque el movimiento obrero sigue siendo un elemento privilegiado, no tiene la centralidad que tuvo en el pasado. Sería muy importante para superar este conflicto que se viera más claramente identificada a la CGT con el proyecto nacional, ya que cuando las demandas de un grupo son puramente corporativas, ese grupo no ayuda al proceso de cambio." Veamos: a) ¿qué significa que "ya no estamos en el 46"? Así presentada la frase, parece más un golpe de efecto que una afirmación meditada y fundamentada. Si bien a continuación figura la frase "la estructura social del país es muy distinta", pero Don Ernesto también nos deja a oscuras. Es muy fácil (de tan obvio) señalar que las cosas en 2011 son diferentes a las cosas de 1946, pero lo realmente significativo es la descripción de las diferencias. Tampoco esto interesa a Laclau; b) la afirmación "los sectores que participan en el proceso de cambio son mucho más amplios" es un tanto desconcertante. En 1946 la coalición social peronista incluía al movimiento obrero, al Ejército, a la Iglesia y a una parte sustancial del empresariado. Si esto no es amplio, ¿dónde está la amplitud? Pero Laclau dice expresamente que en 2011 los sectores que participan en el cambio "son mucho más amplios". Tal vez Laclau se refiera al apoyo que han dado al "kirchnerismo" buena parte de los empresarios agrarios, a pesar del conflicto de 2008. En todo caso, está claro que la amplitud no garantiza la emancipación; c) el movimiento obrero "sigue siendo un elemento privilegiado (...) no tiene la centralidad del pasado". Esto sólo tiene sentido si se explica cuáles son los cambios que se han producido en la estructura social del país y qué rasgos tiene el modelo de acumulación imperante desde la crisis del neoliberalismo en 2001. Pero Laclau es parco a la hora de conceder migajas de saber a los mortales; d) si la CGT no está "claramente identificada con el proyecto nacional", ¿puede decirse que la UIA si lo está?, ¿De Mendiguren sí lo está? Todo es posible cuando la retórica reemplaza al análisis fundado de la realidad. Lo asombroso, a esta altura, es que Laclau siga siendo considerado una figura de renombre en el campo de la teoría política.

Mataderos, viernes 13 de enero de 2012

NOTAS:


(2) Es bueno recordar que la franja de empresas que se destaca por un dominio abrumador del capital nacional (las pequeñas y medianas empresas) constituye el segmente en el que más abunda la precariedad laboral. En esto, el capital nacional es fiel al refrán "porque te quiero te aporreo".
http://miseriadelasociologia.blogspot.com.ar/2012/06/el-paro-nacional-del-28-de-junio.html

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MIÉRCOLES, 27 DE JUNIO DE 2012

EL PARO NACIONAL DEL 27 DE JUNIO


Cuando se convoca a una huelga nacional en cualquier país del mundo, el gobierno de turno se dedica a rechazar las demandas de los huelguistas. Lo extraño es que la cabeza de dicho gobierno formule una arenga a favor de la huelga. Esto es precisamente lo que ha hecho la presidenta Cristina Fernández, en un discurso que no tiene desperdicio.

Amigo lector: está claro que Cristina y el “kirchnerismo” rechazan de plano el paro nacional convocado por Hugo Moyano. Pero, al atacar al paro e incurrir en ese ataque en toda una serie de lugares comunes caros a nuestra clase media, la presidenta formuló una encendida defensa de los motivos del paro nacional, de un modo mucho más preciso que lo planteado por el mismo Moyano. Mejor dicho, Cristina, sin quererlo, puso al desnudo algunas de las bases sobre las que se sustentó el modelo de acumulación de capital instaurado en Argentina a partir de 2002.

En primer lugar, Cristina declaró que la mayoría de los trabajadores en Argentina perciben bajos salarios. Dejemos hablar a la señora presidenta:

Yo quiero dirigirme a todos los argentinos para decirles que hay 9 millones de argentinos registrados, tenemos un 32 por ciento que está sin registro, trabajo en negro, más un 7 por ciento de desocupación porque está muy en boga este tema del impuesto a las ganancias, que en realidad más que impuesto a las ganancias es un impuesto a los altos ingresos, que existe en todas partes del mundo. Y yo quiero decirles que de acuerdo con nuestros archivos, a la información que contiene el SIPA, que tiene la AFIP, solamente de esos 9 millones 159 mil el 19 por ciento paga impuesto a las ganancias o a los altos ingresos; el 81 por ciento de los trabajadores no llega a los mínimos no imponibles, estoy hablando de los registrados. Vuelvo a reiterar: tenemos un 32 en negro y un 7 por ciento de desocupados que están cubiertos con la Asignación Universal por Hijo que cubre a 3.800.000 pibes y 1.800.000 familias.”
Que se entienda claro. Son palabras de la señora presidenta de todos los argentinos, no de un izquierdista trasnochado. En un país que ha experimentado altas tasas de crecimiento desde el 2002, que forma parte del G-20 (los países más desarrollados del mundo), que ha impulsado “un proyecto de emancipación nacional y social”, en ese mismo país sólo 159.000 trabajadores pagan impuesto a las ganancias (perdón, a los altos ingresos). 

En segundo lugar, la señora presidenta fue por más y reconoció que “tenemos un 32 por ciento que está sin registro, trabajo en negro, más un 7 por ciento de desocupación (…) tenemos un 32 en negro y un 7 por ciento de desocupados que están cubiertos con la Asignación Universal por Hijo que cubre a 3.800.000 pibes y 1.800.000 familias.” 

En otras palabras, en el capitalismo ordenado que pregona la señora presidenta, uno de cada tres trabajadores está en negro. Si sumamos a este grupo los trabajadores desocupados, tenemos que 4 de cada 10 trabajadores en Argentina tienen serios problemas laborales (o están desocupados o están trabajando en negro). La cifra habla por sí misma, sobre todo si se tiene en cuenta que se da en una época en la que el capital ha obtenido enormes ganancias en Argentina, a punto tal que la misma señora presidenta ha dicho que los empresarios “la levantaban con pala” (refiriéndose a las ganancias).

Dado lo anterior, no es extraño que Cristina diga: “Estoy hablando de los que tienen la suerte de tener trabajo, obra social y jubilación asegurada, PAMI”. En verdad es una “suerte” ser un trabajador “registrado” en Argentina cuando un 40% de los trabajadores padecen desocupación o trabajo en negro. ¿Suena pesimista? Es posible, pero son las palabras de la señora presidenta.

Si usted tiene la suerte de pertenecer al grupo que tiene trabajo y, además, está “registrado”, no cante victoria: es altamente probable que se encuentre entre los integrantes del grupo que no percibe altos ingresos. Tenga presente que, según Cristina, sólo el 19% integra esa elite. Es muy probable que usted sea un perdedor, y forme parte del sufrido 81% de los perdedores. Pero puede estar contento: tiene un trabajo “registrado”.

En tercer lugar, Cristina manifiesta claramente la enorme desigualdad tanto entre trabajadores y empresarios, como al interior de los trabajadores mismos: 

“¿Cómo se reparte? Los peronistas siempre dijimos el fifthy – fifthy, que queríamos llegar al 50 por ciento el capital y 50 por ciento el trabajo, estamos llegando al 50 por ciento en el trabajo, el problema empieza ahora en cómo se distribuye ese 50 por ciento dentro de la propia masa de los trabajadores. Uno diría bueno, van a ganar más los que tengan mayores capacidades, los que hayan estudiado más, los que sean más necesarios, ganarán más los médicos de hospitales, los investigadores del CONICET, los profesores de las universidades. No, lamento informarles que no es así. Muchas veces los salarios se obtienen por la capacidad de presión, esto es cuánto puedo amenazar y perjudicar a la sociedad para obtener un determinado salario, y acá está la gran madre del borrego, o del Dorrego como decía un amigo mío: de esos 62.000 millones de masa salarial registrada el 19 por ciento de los trabajadores se queda con el 41 por ciento, y el 81 por ciento de los trabajadores se queda con el 59 por ciento. Con lo cual me parece que sería muy interesante comenzar a discutir en la Argentina esto de hacer socialismo con la plata del Estado y de los demás, pero cuando te vienen a tocar la tuya te convertís en el liberal más acérrimo, me parece que hay que rediscutirlo, sobre todo si te querés seguir llamando peronista.”

En criollo. Los trabajadores, que generan día a día la riqueza del país, perciben cerca del 50 de los ingresos anuales. Los empresarios, que “la levantan con pala”, se llevan el otro 50% en concepto de…su propiedad privada de los medios de producción. ¡Pavada de arreglo! 

Por otro lado, las reglas de juego del capitalismo organizado que propone la señora presidenta generan una enorme competencia entre los trabajadores, que se traduce en las grandes desigualdades que se verifican al interior de los trabajadores. 

Ahora bien, para que una minoría de empresarios se lleve la mitad de los ingresos anuales generados por los trabajadores, ¿no es preciso, justamente, que esos trabajadores se encuentren divididos? 

En este marco, no es extraño que el Estado deba subsidiar a los trabajadores: 

“…me olvido de algo, además de esto todos, desocupados, no registrados, registrados, con ingresos altos, con ingresos bajos, todos están subsidiados en transporte, en luz, en gas, en agua y en combustible”. Todo esto, insistimos, en el marco de un crecimiento económico extraordinario. 

No contenta con agitar a favor de la huelga nacional, la señora presidenta hizo referencia a la situación de los trabajadores latinoamericanos: 

“…estamos hablando del mejor salario de toda América latina, no solamente en términos nominales sino en términos de poder adquisitivo. No solamente es el salario más alto sino con el que más cosas se pueden comprar respecto de todos los demás países de Latinoamérica.”
El lector puede estar tranquilo, siempre y cuando sea un trabajador argentino “registrado” (los inmigrantes “ilegales” no cuentan). Sin embargo, la señora presidenta había indicado, un poco antes en su discurso, la extrema heterogeneidad de los ingresos de los trabajadores argentinos. ¿Sólo la elite de altos ingresos es la que ocupa el podio entre los trabajadores latinoamericanos? De todos modos, si Argentina encabeza el ranking salarial latinoamericano, ¿qué puede decirse de las situaciones de explotación imperantes en otros países hermanos?

Si el lector piensa que exageré en esta nota, le recomendamos fervorosamente la lectura del discurso completo de Cristina. Allí encontrará todo esto y mucho más. 

Hoy corresponde adherir al paro, más allá de Moyano y otros personajes mucho más nefastos que apoyan la medida. El árbol no puede tapar el bosque de la situación social en Argentina.
Total, la misma señora presidenta justificó la medida con su discurso del día de ayer…

Buenos Aires, miércoles 27 de junio de 2012







El Blog que te hará pensar: Cómo crear un cielo de estrellas

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